Love is just a four letter word, 1965. (Inédita)


Amor es una palabra soez


Parece que fue ayer
Mi pensamiento ha quedado
en el Café de la Gitana
Donde la amiga de un amigo
Se sentaba con un niño en su regazo
Hablando de una vida libre de cadenas
Sin rastro de dolor en sus ojos
Sobre ella escuché
que amor es una palabra soez.


Al otro lado de la ventana
Gatos maullan al amanecer
Permanecí callado
No tenía palabras que decirte
Mi experiencia era limitada
Tú hablabas mientras yo me escondía
De quien era padre de tu hijo
Quizá no lo advertiste, pero te oí decir
que amor es sólo una palabra soez.


Dije adiós sin que nadie lo notara
Me metí de lleno en mi juego
Vagando en mi existencia
Que nadie menciona
Buscando a mi doble, esperando
Evaporandome hasta el fondo
Sin hallar una puerta
Debí de pensar que nada habría más absurdo como
Creer que amor es una palabra soez.


Aunque jamás supe qué querías decir
Cuando hablabas a tu hombre
Sólo puedo pensar en mis términos
Por fin lo comprendo
Después de noches en vela y veo
el santo beso que se supone eterno
Disipado como el humo, su destino
Viaja sin freno en manos de extraños
Vaya, ahora lo sé: soy yo quien pone las trampas
Realmente nadie me ha de asegurar
Que amor es una palabra soez.


Bob Dylan compuso esta canción en 1965 y hasta la fecha se desconoce la existencia de una grabación de la misma por su autor. Tampoco la ha interpretado en directo y sólo tenemos constancia de ésta a través de Joan Baez, que la incorporó a su libreto musical en directo hasta su publicación oficial en el álbum Any day now, en 1968. En realidad, fue la Reina del Folk, como en la década de los sesenta era conocida esta fantástica cantante y guitarrista de dulces maneras, quien popularizó Love is just a four letter word. El título de la canción recuerda un pasaje de la obra de La gata sobre el tejado de zinz, de Tennessee Williams: "you don't know what love is; to you is just a four-letter word", el término four-letter word, en sentido figurado, expresa "obcenidad". Joan Baez ha incorporado esta canción a sus conciertos, incluso ante la resistencia de Dylan a cantarla, la cantante parodió el estilo dylaniano durante treinta segundos al interpretar esta canción en la ciudad alemana de Mainz, el 3 de julio de 2007. Muchas han sido las versiones de Joan Baez de este clásico acústico, pero si hubiera de destacar una, sin duda sería la ofrecida en el concierto de Nueva York el 26 de mayo de 1997.

Intepretación de la canción por Joan Baez en un documental de 2008.

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Maggie's farm. Newport (Rhode Island), 25-7-1965


inspirada en el cancionero tradicional norteamericano, Maggie's farm (La granja de Maggie) es un tema que marca época. La noche del 25 de julio de 1965, Bob Dylan (guitarra electrica y armónica) se subíó al escenario en el Festival de Newport (Rhode Island) con una banda expresa para la ocasión: Mike Bloomfield (guitarra eléctrica), Sam Lay (batería), Jerome Arnold (bajo), Al Kooper (órgano) y Barry Goldberg (piano). La fender de Dylan y el punteo magistral de Bloomfiel rasgaron la noche.


"...hago las cosas lo mejor que puedo para ser como soy, pero todo el mundo quiere que seas exactamente igual a ellos, te dicen que cantes mientras trabajas como un esclavo y yo estoy harto, no voy a trabajar en la granja de Maggie nunca más."


Los abucheos crecían ensordecedores. Incluso el mítico Pete Seeger quiso cortar con un hacha los cables del micrófono de su admirado cantautor, pero Dylan y su banda permanecieron impertérritos a lo largo de la canción, sin dar tregua, en la mejor versión que he escuchado de este asombroso tema. Los tiempos cambiaron en Newport y la historia del rock entró así en una nueva senda.

Maggie's Farm.- La canción se grabó en un sola toma el 15 de enero de 1965, tercer y último día de grabación del álbum Bringing it all back home en los estudios A de Columbia en Nueva York, siendo su estreno ante el público esta versión de julio de ese año en Newport, Rhode Island. Hasta entonces, pese a que el pausado cambio, aunque firme, hacia el rock con todo el aparataje eléctrico que conllevaba era evidente, Dylan no mostró asomo de este nuevo rumbo en la gira que durante abril de 1965 emprendió por Gran Bretaña, donde todos sus conciertos tuvieron sonido folk. No deja de ser irónico que el concierto de Newport, cuya denominación exacta era Newport Folk Festival, sirviera a Dylan de plataforma para su nueva onda, sacudiendo conciencias y marcando un hito en la música del momento -claramente influenciada por el pop y rock que venía de las islas británicas con The Beatles tirando de los vagones de un tren imparable- afectando incluso a las relaciones personales que Dylan mantenía entonces con un universo de artistas comprometidos con causas civiles y derechos humanos que pululaba en torno al Greenwich Village neoyorquino, a quienes desagradaba el cambio que experimentaba su artista más señalado. Pero ese joven artista acertó, tanto en planteamiento como en inspiración, subiéndose al tren de las nuevas corrientes para hacer su propia música.

Algunas referencias literarias señalan a la granja Magiore, en Kingston, el lugar donde Dylan se inspiró para la composición de Maggie's Farm. Entre estas conjeturas se asienta con fuerza la del biógrafo Howard Sounes, quien asegura que el cantante pasaba todos los días por esta granja camino de Woodstock. Sea ésta o no la verdadera fuente de inspiración para el tema, no me resisto a asociar la canción con el clima reivindicativo del derecho al trabajo y los trabajadores que se vivía en torno a la Silas Magee's Farm en Greenwood, Mississippi, lugar que Dylan visitó el 6 de julio de 1963 junto con los cantantes Theodore Bikel y Pete Seeger para participar en un concierto en pro de la campaña para el registro del voto. Dylan interpretó, rodeado de trabajadores del lugar, en su mayoría negros, la canción Only a pawn in their game, perteneciente al álbum The times they are a-changing.

Maggie's Farm ha sufrido infinidad de arreglos a lo largo de las diversas etapas musicales de Bob Dylan, siendo un canción esencial en casi todas sus giras. Es grato escucharla en el concierto de las isla de Wight el 31 de agosto de 1969-donde los miembros de The Band intervienen haciendo eco con la coletilla no more, no more-; o sobre los escenarios con la troupe
de la Rolling Thunder Revue en 1976; buenas versiones alumbraron noches sobre los estadios europeos en la gira de 1984 con Mick Taylor y Carlos Santana, y las menos acertadas, aunque dignas, en mi opinión, interpretaciones corales que Dylan se sacó de la manga en 1978 durante su periplo por Japón para maquillar Maggie's Farm con saxofón y chicas haciendo coros. Otros cantantes y grupos han versionado este tema con maestría, como U2, que lo hizo en East Rutheford el 15 de junio de 1986; las aceptables de Tin Machine y la de Stephen Malkum and The Million Dollars Bashers, esta última en la banda sonora de la película sobre la vida de Dylan, I'm not there, y la espléndida de Richie Havens, una delicia de acústica con banda, que es para quitarse el sombrero.




Nunca más trabajaré en la granja de Maggie.
Me despierto por la mañana,
junto las manos y rezo para que llueva.
Tengo la cabeza llena de ideas,
que me están volviendo loco,
es una verguenza como me hace fregar el suelo.


Nunca más trabajaré para el hermano de Maggie.
Te da una moneda de cinco centavos,
te da una de diez,
te pregunta con sonrisa burlona
si lo estás pasando bien,
y después te multa cuando pegas un portazo.

Nunca más trabajaré para el papá de Maggie.
Planta su puro en tu cara,
sólo por bromear
y la ventana de tu cuarto
está hecha de ladrillos,
la Guardia Nacional vigila ante su puerta.

Nunca más trabajaré para la mamá de Maggie.
Predica a todos los criados
sobre el hombre, Dios y la ley,
es el cerebro de papá,
tiene sesenta y ocho años,
pero asegura que son veinticuatro.

Nunca más trabajaré en la granja de Maggie.
bueno, hago lo que puedo
para ser como soy,
pero todos quieren
que seas como ellos.
Cantas mientras te deslomas y ya no puedo más.
Nunca más trabajaré en la granja de Maggie.


Pie de foto: Bob Dylan, durante su intervenión en Newport, 1965. (Autores: Diana Davies (arriba) y John Rudoff, abajo)

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Little drummer boy, segundo vídeo de Christmas

Segundo vídeo extraído de Christmas in the heart, último álbum de Bob Dylan editado este año y con el que el juglar de Minnesota pone su grano de arena a través de dos organizaciones no gubernamentales (en Estados Unidos y Reino Unido) para llevar alimentos a las personas más necesitadas. Tras su presentación en vídeo con la canción Must be Santa, la promoción del álbum pasa ahora por las creaciones del cineasta y pintor neoyorquino Jeff Scher, que con sus abstracciones y efectos visuales, que refuerza con la superposición de colores y texturas, logra una animación musical rica y experimental, en este caso del clásico villancico Little drummer boy (El pequeño tamborilero).

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Christmas in the heart: el blues de la Navidad. 2009



¿Quién dijo que semejante proyecto no tenía dónde sostenerse? Muchos seguidores de Bob Dylan se cuestionaron a mediados de octubre que un disco de villancicos entrase a formar parte del catálogo discográfico dylaniano, por lo que contestar a la pregunta resultaba, además de un ejercicio de incredulidad, rendirse a un inesperado desafío del destino, por donde discurren exitosos los derroteros musicales, literarios y cinematográficos del viejo Bob. Pero Dylan lo hace por una buena causa, traducida en dos esenciales organizaciones no gubernamentales como Feeding América (destinada a erradicar el hambre en Estados Unidos) y el Programa Mundial de Alimentos de la ONU para el resto del mundo, que percibirán los derechos y royalties que genere el álbum. Y es que, sobre todo lo especulado, que es mucho y demasiado nímio, dejando al margen el purismo rocanrolero, el nuevo álbum de sonata navideña suena magnífico, aunque algunos asocien la voz tabernaria del maestro interpelando a Santa Claus al malo de los cuentos navideños de Charles Dickens. Se acerca, pues, una Navidad de blues en la enésima renovación del cancionero estadounidense bajo el titulo Christmas in the heart, producido por Dylan, bajo el seudónimo de Jack Frost, y grabado en los estudios Groove Master, de Jackson Browne, en Santa Mónica.

Es precisamente el villancico Christmas Blues, séptima pista del álbum, una versión excepcional con la que he disfrutado, siendo además la única canción del álbum donde Dylan concede unos agradables segundos a la armónica, olvidada en su estuche durante el resto del disco en beneficio de campanas, acordeón y a la genialidad de una banda, la de sus giras y últimos trabajos de estudio, que ejecuta virtuosamente el pentagrama navideño. El viejo tema ya versionado en clave de jazz, gospel, soul, dizzy e incluso rag time, nos llega en acordes de blues para hablarnos de la soledad que reina en algunos hogares durante la Navidad.
El álbum no podía arrancar de mejor manera y factura que escuchando la agradable versión de Here comes Santa Claus, que junto con la alegre Must be Santa y la sencilla interpretación de Little drummer boy (el pequeño tamborilero) destacan del resto y pueden convertirse en los tres villancicos más pinchados, por su vivacidad armónica, durante las navidades aunque, para mí, todos tienen un encanto especial. El clásico que Bing Crosby universalizara en 1963 Do you hear what I hear es un tema que si no fuese por la letra podría pasar por una canción más de un cancionero popular para ser interpretado en una fiesta o desfile, con un ritmo marcial y una voz dylaniana muy sugestiva, la que también predomina en Winter wonderland, bellamente orquestado para trasportarnos a los paisajes nevados.
En general, predominan en el álbum los villancicos coral (Adeste Fideles, Silver Bells o Firts Noel, son un claro ejemplo), mientras otros nos recuerdan las navidades neoyorquinas típicamente escenificadas, siendo éstos intepretados con verdadero sentimiento como es el caso de I’ll be home for Christmas, o el singular Have yourself a merry Little Christmas. Así pues, puede gustar o no este álbum, muchas personas se enfrentará a este trabajo con cierto rubor, no hay referencias de un estilo navideño en el cancionero dylaniano, sin embargo estamos frente a una experiencia inédita que debería despertar curiosidad, si bien sólo he escuchado indiferencia semanas después de su publicación. Habrá que esperar a estas navidades para saber el alcance de su popularidad, aunque la calidad de este trabajo es indiscutible.

  1. Here Comes Santa Claus. Canción popular escrita por Gene Autry y Oakley Haldeman.

  2. Do you hear what I hear? Escrita en 1962 con letra de Noel Regney y música de Gloria Shayne Baker. Fue Bing Crosby quien la universalizó en 1963.

  3. Winter Wonderland. Compuesta por Felix Bernard con letra de Richard B. Smith en 1934. Ha sido versionado por variados artistas, entre los que destaca Elvis Presley, Dolly Parton, Frank Sinatra y el grupo Eurythmics.

  4. Hark the herald angels sing, himno escrito por Charles Wesley, apareció por primera vez en Himnos y Poemas Sagrados, de 1793. La versión tiene un espiritual cántico de voces femeninas.

  5. I’ll be home for Christmas, de Buck Ram, Kim Gannon (letra) y Walter Kent (música) en 1943. Este tema inspiró White Christmas, que llegó a convertirse en la canción navideña más popular.

  6. Little Drummer Boy (El pequeño tamborilero). Música y letra de Katherine K. Davis. Se trata de una canción popular. Fueron sus autores Henry Onorati y Harry Simeone, si bien se dice que la inspiración procedió de una canción checa de 1941. Este villancico lo hizo famoso en 1997 Bing Crosby, quien junto a Davie Bowie protagonizarían un vídeo.

  7. Christmas Blues. Ya comentado anteriormente, es uno de los pilares de este álbum, una canción con gran personalidad donde Dylan derrocha todo su potencial interpretativo.

  8. O come all Ye Faithful (Adestes Fideles). El clásico himno de John Francias Wade, interpretado por Dean Martin, Charles Brown o Janis Joplin, entre otros, al que Dylan imprime su particular sello.

  9. Have yourself a merry Little Christmas. Canción popular navideña que fue popularizada por Judy Garland en 1944 en el musical Meet me in St. Louis. Sinatra también la grabaría, pero con otra letra. Ella Fitzgerald tiene una preciosa versión al jazz. Esta canción sirvió de banda a la tercera temporada de la serie televisa House.

  10. Must be Santa. Espléndido el virtuosismo de David Hidalgo al acordeón, que imprime a este villancico el ritmo creciente en el que se desarrolla la melodía. Una de las mejores interpretaciones del álbum. De este tema ya se ha grabado un vídeo.

  11. Silver bells. Es quizás la versión que más recuerda a las composiciones de su anterior trabajo de este año Together through life. Estrenada por Bob Hope y Marlyn Maxwell en la película El lemon Drop Kid, en 1950. Muchos la recordarán por la primera versión, a cargo de Bing Crosby y Carol Richard.

  12. First Noel. Villancico tradicional inglés, probablemente del siglo XIII. Destaca la versión de Whitney Houston en 2003.

  13. Christmas island. Encantador villancico que nos transporta a un territorio de Australia en el océano índico.

  14. Christmas song. Sencillo de Christina Aguilera del álbum My kind of Christmas, 1999.

  15. A little town of Bethlehem. Canción popular navideña.






Músicos: Bob Dylan: vocal, guitarra, piano electric, armónica. Tony Garnier: Bajo. George Receli: Batería. Donnie Herron: steel guitar, mandolin, violin y trompeta. David Hidalgo: guitarra, acordeón, mandolina y violín. Phil Upchurch: guitarra. Patrick Warren: piano, órgano, celeste. Coro: Amanda Barrett, Bill Cantos, Randy Crenshaw, Abby DeWald, Nicole Eva Emery, Walt Harrah y Robert Joyce.

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Subterranean Homesick Blues. Hamburgo. 9-4-2002

Pese a que Subterranean Homesick Blues fue el tema estrella de la gira Interstate’88 (de hecho Bob Dylan la interpretó por primera vez sobre un escenario en el Concord Pavillion de California del Norte el 7 de junio de aquel año), suelo escucharla con frecuencia extraída del concierto del 9 de abril de 2002 en la ciudad alemana de Hamburgo. Dylan y su banda bordaron el tema, que ya de por sí es difícil de superar en conjunto a la versión oficial. No obstante, aquella gira de finales de los ochenta dio buenas muestras de interpretaciones de Subterranean…, de las que merece destacar la de Portland (Maine) de 3 de julio, donde la canción abrió un soberbio concierto.

Si con Maggie’s Farm en Newport 1965, Dylan abrió una brecha entre su público folk al presentarse sobre el escenario con guitarra eléctrica y un sólido grupo de blues, Subterranean Homesick Blues fue el comienzo de una nueva etapa tanto para el joven cantautor protesta como para la música rock, que se vio sacudida por nuevas ideas que revolucionarían la composición, la lírica y la escenificación visual. Me explico. Ambas canciones fueron compuestas para el histórico Bringing all back home (1965), quinto álbum de Dylan, y aunque Maggie’s Farm se enmascaraba en un folk-rock que contrataba con la versión de Newport, Subterranean… abría el álbum desafiando a la vieja guardia del Greenwich Village, una canción con un fuerte contenido musical (hay quien vio en ésta los principios del rap) y con aforismos que se convertirían en eslóganes apoyados por una toma cinematográfica del tema grabada en el callejón del londinense Hotel Savoy (en compañía, entre otros, del poeta beat Allen Ginsberg), que sirvió de prototipo de vídeo musical. Con estos ingredientes, Dylan, de gira entonces por Gran Bretaña, regresaba a Estados Unidos con aires de cambio bajo el brazo.

La canción ha sobrevivido a un tiempo que parece querer desterrar canciones, aunque en el caso de Dylan el músico está viviendo un revival de su catálogo nada despreciable a efectos artísticos, comerciales y económicos como resultado de ambos. De hecho, otros músicos han versionado Subterranean Homesick Blues de manera interesante, como es el caso de Dave Van Rock, viejo compañero y maestro en los comienzos de Dylan en Nueva York, que hizo suya por momentos una versión estupenda en la ciudad del Hudson en abril de 1995; por su parte, la Mitch Ryder & Engerling realizó una limpia interpretación con solo de armónica incluido en el Sinkkasten, de Frankfurt, el 2 de octubre de 2002, mientras que The Radiator soltó amarras en Mineapolis en agosto de 2008 con un Subterranean Homesick Blues de bella factura.





Blues de la añoranza subterránea

Johnny está en el sótano
cortando la medicina
yo estoy en el suelo
pesando en el gobierno.
El hombre de la gabardina
la insignia fuera y cesante
dice que tiene mucha tos
quiere que lo indemnicen.
Cuidado, chico
es algo que hiciste
Dios sabe cuándo
pero lo vuelves a hacer.
Más vale que te largues por el callejón
y te busques a otro amigo
el tipo con gorro de mapache
que está en el corralónb
quieres once dólare
y tú sólo tienes diez.

(...)

Ven al mundo, abrígate
calzones, idilio, aprende a bailar
vístete, que te bendigan
intenta ser un éxito.
Complácelo, complácelo, compra regalos
no robes, no hurtes
veinte años de escuela
para acabar en el turno de día.
Cuidado, chico
todo lo esconden
mejor saltar a la alcantarilla
y encenderte una vela
no lleves sandalias
evita los escándalos
no seas un vagabundo
mejor mastica chicle
el surtidor no funciona
unos vándalos se llevaron las manijas.

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Watching the river flow. Red Bluff, CA, 7-10-2002



En su día, la revista Rolling Stone publicó que la sesión de grabación de Watching the river flow había estado “bien engrasada”, aludiendo al hecho de que no faltó detalle instrumental después de tres años de sequía discográfica durante los que Bob Dylan apenas asomó la gaita sobre los escenarios, a excepción de la Isla de Wight (31 de agosto de 1969, donde ese embolsó unos machacantes y lindos 50.000 dólares) y algunas apariciones esporádicas con sus amigos de The Band. Para la ocasión, Dylan entró en los Blue Rock Studios de Nueva York acompañado de Leon Russell, que se encargaría de la producción del tema y de tocar hábil y acertadamente el piano. Es una canción que marca un antes y un después en la carrera de Dylan, sobre todo porque llegó como agua de mayo en un momento donde la carrera del juglar de Minesota había cerrado una etapa (revolucionaria, contestaría y dolorosa) y se esforzaba denodadamente por abrir una nueva con otro talante. Watching the river flow (Viendo pasar el río) fue el espaldarazo que el músico necesitaba, aunque tras este tema y en semanas sucesivas Dylan activó las musas para ir perfilando nuevas canciones como Wallflower o la intrigante When I paint my masterpiece, además de revitalizar grandes temas suyos incluidos en las cintas del sótano y que otros artistas estaban popularizando, a la sazón I shall be released, You ain’t going nowhere y la magistral Down in the flood (más conocida en sus inicios como Crash on the levee). Watching… fue publicada como single (en la cara B la discográfica editó una versión en solitario al piano, delicada y hermosa, de Spanish is the loving tongue) el 3 de junio de 1971 y, a finales de año, se incluiría en el recopilatorio Greatest Hits II, uno de los álbumes más vendidos del artista.



Watching the river flow siempre ha sido un tema constantemente actualizado por Dylan, convirtiéndolo en pieza esencial de sus conciertos, hasta el punto de que no ha dejado de escucharse sobre los escenarios año tras año, década a década. La versión que ofreció el 7 de octubre de 2002 en Red Bluff (California) es para quitarse el sombrero. También es cierto que, a partir de 2000, Dylan había formado una banda de gran calado, con un multiinstumentista llamado Lary Campbell, que despuntaba con la guitarra entre manos, así como Charlie Sexton en la guitarra segunda y los ya conocidos por el público actual como Tony Garnier (bajo) y George Receli (batería). Era difícil superar la versión oficial, creo que Dylan no fraseará nunca esta canción como entonces, la magia del tema reside en esa vocalización y respiración única del juglar de Minesota. Él mismo, en una entrevista en 1984 comentó a propósito de Watching…. Cuando hago lo que sea que esté haciendo, hay un ritmo involucrado y hay un fraseo involucrado; y eso lo equilibra todo. No está en la letra, está en el fraseo, en la dinámica y el ritmo”. No puedo estar más de acuerdo, aunque a mí la letra me agrada tanto como lo demás. El dylanólogo Paul Williams asegura en su libro “Bob Dylan. Años de juventud” que la canción “evoca el amanecer en un café abierto toda la noche, en alguna autopista anónima, a la orilla de un río anónimo”. Bien, pudiera ser una visión acertada.

Como también fueron buenas las versiones que a finales de la década de los noventa hizo Dylan de este tema, al que imprimió un ritmo country-rock que, aunque se salía fuera de tono, no dejaba duda de la versatilidad y flexibilidad que la canción era capaz de dar de sí. Así lo demostró la noche del 1 de febrero de 1999 en el Leon County Civic Center de Tallahossee (Pueblo Viejo en amerindio), de Florida, con un significativo cambio de ritmo al final. Otros artistas han dejado también su impronta con este tema, destancando las versiones que del mismo hicieron Eric Clapton y Joe Cocker el 28 de noviembre de 1983 en el ARMS Benefit, Reunion Arena, en Dallas; la Steve Gibbons Band el 5 de octubre de 1974 en la BRMB Radio Sessions, Incognito Club, de Birmingham, Inglaterra, y por último The Silver Wilburys Live at the Palomino Club (19 de febrero de 1987), una reunión de amiguetes con Dylan, George Harrison y John Fogerty, entre otros, de la que hablaremos en una futura entrada.

Escucha aquí la versión de Watching... en el concierto de Red Bluff.




Viendo pasar el río

¿Qué me pasa?
No tengo mucho qué decir
El sol se cuela por la ventana
y yo todavía en este café nocturno.
Voy de un lado a otro bajo la luna
Hasta el lugar donde los camiones ruedan despacio
Para sentarme en este banco de arena
A ver pasar el río.

Desearía estar en la ciudad
No en este banco de arena
Con el sol azotando la chimenea
Y la amada al alcance de mi mano
Si tuviera alas y pudiese volar
Sé adónde iría
Pero ahora estoy aquí satisfecho
Y veo pasar el río

La gente discrepa en casi todo
Quieres parar para saber por qué
Apenas ayer vi a alguien en la calle
Que no podía contener su llanto
Pero este viejo río sigue su curso
No importa qué se interpone o de dónde sopla el viento
Mientras sea así me quedaré sentado
Viendo pasar el río

La gente discrepa mires donde mires
Quieres hacer un alto y leer un libro
Apenas ayer vi a algjien en la calle
Estaba de verdad turbado
Pero este viejo río sigue su curso
No importa qué se interpone o de dónde sopla el viento
Mientras sea así me quedaré sentado
Viendo pasar el río.

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Most of the time. Nueva York, 12-10-1989.

Most of the time, incluida en el album Oh Mercy de 1989 (distribuido en el mercado discográfico en septiembre), fue estrenada en directo durante la gira que Bob Dylan emprendió aquel otoño por algunas ciudades de la costa este estadounidense y de la que destaca la interpretación en el concierto del 12 de octubre en Nueva York, junto con G.E. Smith a la guitarra; Tony Garnier, bajo, y Christopher Parker, a la batería, una banda elemental que ya nos había dejado buena impresión, aunque algo rácana por el tiempo de actuación, durante sus visitas en junio a los escenarios de Madrid, Barcelona y San Sebastián. La canción tiene una fuerza poderosa en la interpretación, que Dylan practica de una manera soberbia en sus citas de octubre en Boston (de donde procede la fotografía de Hume que acompaña a esta reseña), Ithaca y Chicago, el 24, 29 y 31, respectivamente. Me agrada el directo de Nueva York, donde Most of the time se coló casi de rondón al ser interpretada en el primer bis, afortunadamente fue todo un acierto. Sin embargo, con Most of the time me sucede lo contrario a la mayoría de temas de Bob Dylan, normalmente suelo preferir las interpretaciones en directo a las de estudio, y en este caso disfruto escuchando una de las versiones alternativas que Dylan grabó durante las sesiones de grabación de Oh Mercy en el estudio móvil de Daniel Lanois, en concreto es la editada en el bootleg series volumen 8 (Tell tale signs), incluida en el primer cedé, fácilmente identificable pues es la única versión acústica que Dylan ha grabado de esta canción. Espectacular, Dylan a solas con su guitarra acústica y armónica, instrumento este último que no incluiría en la versión oficial, ni siquiera lo sacaría del estuche sobre los escenarios. Su fraseo al más puro estilo dylaniano, usando el título de la canción como riff para imprimir el golpe rítmico a un tema que narra una desavenencia amorosa y que Dylan salda haciéndose fuerte frente a la soledad. Resulta genuinamente magistral.

Normalmente sé lo que me llevo entre manos, puedo afrontar lo que venga, ni siquiera reparo en que se ha ido, puedo sobrevivir, puedo resistir, ni siquiera pienso en ella, no me forjo ilusiones, puedo sonreir, ni siquiera recuerdo sus labios contra los míos, no la reconocería si la viera, pertenece a otro tiempo, ni siquiera estoy seguro de si ha estado conmigo, sé exactamente qué sucedió, no me engaño, no me escondo de los sentimientos que llevo dentro, ni siquiera me importa si la volveré a ver.
Escucha aquí la versión del concierto en Nueva York.


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'Til I fell in love with you. Rothbury Music Festival (Michigan). 5-7-2009


Ya casi daba por insuperable la versión en directo del tema ‘Til I fell in love with you, que Dylan interpretara en Dublín el 27 de noviembre de 2005, cuando ayer escuché el concierto que ofreció el pasado 5 de julio en el Rothbury Music festival, de Michigan, donde la interpretación de esta canción culminó en obra maestra, lo que refrenda la genialidad del juglar de Minesota en directo, eso sí, bien arropado por una banda virtuosa que ejecuta su papel rozando la perfección. ‘Til I fell in love with you (Hasta que me enamoré de ti), compuesta para el álbum Time out of mind (grabado en enero de 1997 en los estudios Criteria de Miami y coproducido por otro genio del sonido, en este caso Daniel Lanois), ni es la canción más conocida de este trabajo discográfico que catapultó a Dylan tras años en segundo plano en el panorama musical, ni se prodiga por los escenarios y, sin embargo, en mi opinión, es uno de los mejores temas, junto con Million Miles, de Time out of mind, un sencillo y original blues con una letra en consonancia al más puro estilo dylaniano. Como le sucede al resto de canciones de este álbum, los directos superan con creces a la grabación de estudio y en esto ‘Til I fell in love with you sale enormemente favorecida. En esta versión maestra de Rothbury, pese al esfuerzo de vocalización de Dylan (una tónica de los conciertos de este año tanto en Europa como en Estados Unidos), logra una interpretación muy acertada, sobre todo al final de cada estrofa, golpeando con su más agreste estilo el verso “I was all right ‘til I fell in love with you (todo iba bien hasta que me enamoré de ti)”. Se desmarca Dylan con un bellísimo sólo de armónica (que no se registra en la versión dublinesca), tal y como recoge la fotografía para este artículo de Joe Gall, con un músico situado en el centro del escenario con la armónica como único instrumento. Los pasajes instrumentales de esta canción son contundentes y crean un clima único e inequívoco de la personalidad del maestro que está sobre el escenario. El peso de la canción lo conduce hábilmente Tony Garnier al bajo, pero de indiscutible ejecución es la destreza de George Recile a la batería, encargada de romper y recuperar el ritmo. ‘Til I fell in love with you la podéis encontrar en youtube en varias versiones, incluida la del concierto ofrecido este año en Copenhagen de similar factura pero con acentuados matices de la ofrecida en Rothbury, de esta última actuación no hay vídeos por el momento, aunque circula una cinta pirata del concierto de excelente calidad (soundboard), mientras que la versión de Dublín (tampoco hay imágenes) se encuentra en una recopilación también pirata de canciones en directo del Times out of mind conocida como Album live series.


Hasta que me enamoré de tí


Tengo los nervios de punta y el cuerpo en tensión
siento como si el mundo me pusiera contra las cuerdas
me han golpeado muy duro, he visto demasiado
sólo tus caricias podrían curarme ya
no sé qué voy a hacer
todo iba bien hasta que me enamoré de tí.

Mi casa está en llamas, arde hasta los cielos
pensé que llovería pero las nubes se fueron
ahora siento que llego al final de mi camino
pero sé que Dios es mi escudo y no permitirá mi extravío
sin embargo no sé qué hacer
todo iba bien hasta que me enamoré de tí.

Los chicos en la calle comienzan a tocar
como pájaros las chicas levantan el vuelo
cuando me marche recordarás mi nombre
alcanzaré fortuna y fama
no sé qué voy a hacer
todo iba bien hasta que me enamoré de tí

La basura se amontona, ocupa espacio
siento que los ojos se me caen a los pies
miro al suelo, caen las gotas de sudor
pienso en la chica que jamás volverá
no sé qué voy a hacer
todo iba bien hasta que me enamoré de tí

Ya estoy cansado de hablar, de intentar explicarme
fue en vano tratar de agradarte
mañana al anochecer
si estoy entre los vivos iré camino del sur
no sé que voy a hacer
todo iba bien hasta que me enamoré de tí.



Versión de 'Til I fell in love with you, en el festival de Michigan:


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Bob Dylan arranca hoy en Milwaukee su gira de verano por USA



Bob Dylan y su banda inician hoy en el Marcus Amphitheater de Milwaukee su gira de verano, que les llevará a recorrer un total de 31 ciudades estadounidenses y donde el juglar de Minesota versionará los temas de su último álbum, Together throught life , que tanto escamoteó en los escenarios europeos durante el pasado tour de primavera. Para esta ocasión, Dylan ha confirmado la colaboración de Willie Nelson y John Mellencamp, el primero actuará hoy, y el rockero de Indiana lo hará en fechas salteadas. El resto de la banda, sin noticias que confirmen lo contrario, repite al de la gira europea con el bajista Tony Garnier como capitán de a bordo; George Recile, batería; Stu Kimball, guitarra rítmica; Denny Freeman, lead guitar; Donnie Herron, violin, viola, banjo, mandolina eléctrica, pedal steel, lap steel, y Dylan, que intercambiará la guitarra y armónica con el ya acostumbrado keyboard. Milwaukee es un escenario clásico para Bob Dylan, ciudad en la que ha actuado en catorce ocasiones desde el mítico concierto del 3 de julio de 1989, cuando sorprendió al público al interpretar por primera vez en directo la canción Early morning rain, (del Selfportrait), y desempolvara del cancionero folk norteamericano el tema In the pines, que estrenara en el Carnegie Chapter Hall de Nueva York en 1961. La gira concluirá el 16 de agosto en el Harveys Lake Tahoe Outdoor Arena, de Stateline (Nevada).


El calendario de los conciertos es el siguiente:

Julio 2009


1. Milwaukee, WI - Summerfest
2. Sauget, IL - GCS Ballpark
4. South Bend, IN - Coveleski Stadium
5. Rothbury, MI - Rothbury Music Festival
8. Louisville, KY - Louisville Slugger Field
10. Dayton, OH - Fifth Third Field
11. Eastlake, OH - Classic Park
13. Washington, PA - Consol Energy Park
14. Allentown, PA - Coca-Cola Park
15. New Britain, CT - New Britain Stadium
17. Essex Junction, VT - Champlain Valley Expo Center
18. Bethel Woods, NY - Center For The Arts
19. Syracuse, NY - Alliance Bank Stadium
21. Pawtucket, RI - McCoy Stadium
23. Lakewood, NJ - First Energy Park
24. Aberdeen, MD - Ripken Stadium
25. Norfolk, VA - Harbor Park
28. Durham, NC - Durham Bulls Athletic Park
29. Simpsonville, SC - Heritage Park Amphitheatre
30. Alpharetta, GA - Verizon Wireless Amphitheatre
31. Orange Beach, AL - The Amphitheater At The Wharf

Agosto 2009

2. Houston, TX - Cynthia Woods Mitchell Pavilion
4. Round Rock, TX - The Dell Diamond
5. Corpus Christi, TX - Whataburger Field
7. Grand Prairie, TX - QuikTrip Park
8. Lubbock, TX - Jones AT&T Stadium
9. Albuquerque, NM - Journal Pavilion
11. Glendale, AZ - Camelback Ranch
12. Lake Elsinore, CA - The Diamond
14. Fresno, CA - Chukchansi Park
15. Stockton, CA - Banner Island Ballpark
16. Stateline, NV - Harveys Lake Tahoe Outdoor Arena.

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Shelton y Dylan, The New York Times. 29-9-1961


El 26 de septiembre de 1961 un joven barbilampiño, tocado con una gorra a lo Huckberry Finn, una guitarra acústica de bandolera y derrochador de ilusiones y modales chaplinescos encima de los escenarios de bares y clubes del Greenwich Village neoyorquino, actuaba como telonero de los Greenbriar Boysen en el Gerde’s Folk City, que se había hecho popular como lugar donde se celebraban hootenannies (actuaciones improvisadas gratuitas) los lunes por la noche. Bob Dylan había firmado un contrato por dos semanas, tocaba algunas canciones del corpus folk norteamericano e improvisaba algunas composiciones propias, entonces sólo contaba con Talkin’ New York y Song to Woody, calentando así a los parroquianos para la actuación del grupo. Aquel día, sentado entre el público, se hallaba el periodista Robert Shelton, conocido en el mundo folk por sus crónicas musicales en The New York Times y descubridor de nuevos talentos. Shelton escribió tres días después una entusiasta crítica sobre la actuación del joven Dylan, que tituló Un destacado estilista de la canción folk. El músico, cuentan algunos biógrafos como Howard Sounes o el dylanólogo Paul Williams, llevaba consigo la crónica y la enseñaba a amigos y conocidos. El destino estaba al borde del cambio. Unas semanas después, Dylan grabaría su primer álbum oficial en la Columbia bajo la producción del cazatalentos y directivo de la compañía John Hammond.

Traducción (realizada por el periodista Diego A. Manrique) del mítico artículo de Shelton en el New York Times.


Bob Dylan: Un distintivo estilista de la canción folklórica


Una brillante y nueva cara de la música folklórica está actuando en el Gerde´s Folk City. Aunque sólo tiene veinte años, Bob Dylan es uno de los estilistas más distintivos que hayan aparecido durante muchos años en los cabarets de Maniatan.
Su presencia es una mezcla entre cantante de coro juvenil y beatnik; Mr. Dylan tiene una cara de querubín y unas greñas alborotadas que cubre parcialmente con una gorra de pana negra a lo Huck Finn. Sus ropas tal vez necesiten la mano de un sastre, pero cuando se pone a trabajar en su guitarra, armónica o piano y compone nuevas canciones con tal rapidez que apenas puede recordar, no hay duda de que rebosa talento.
La voz de Mr. Dylan es cualquier cosa menos bonita. El trata conscientemente de capturar la ruda belleza de la voz de un obrero del campo en los estados del Sur que estuviera cantando en su porche. Toda esa crudeza y naturalidad permanecen en sus notas y sus canciones están impregnadas de una impresionante intensidad.
Mr. Dylan es a la vez un actor cómico y un actor trágico. Como los actores de vodevil en el circuito rural, él incluye una serie de variados monólogos chuscos: en  Talking Bear Mountain ridiculiza los apiñamientos en un barco de excursiones, en Talkin´ New York satiriza las dificultades que tuvo para superar que se le conociera, y en Talking Havah Nagilah se burla de la música folk y de sí mismo.
En su vena seria, Mr. Dylan parece que está actuando en una película que pasa a cámara lenta. Sus frases son elásticas y las estira hasta que crees que van a romperse. Su cabeza y su cuerpo se balancean, cierra sus ojos como si estuviera soñando y parece que estuviera buscando a tientas unas palabra o un estado de ánimo: finalmente, resuelve la tensión benevolentemente al encontrar la palabra y el estado de ánimo.
La muy personal forma de interpretar las canciones folklóricas que posee Mr. Dylan está aún en evolución. El ha estado empapándose de influencias como una esponja. A veces, el drama que busca resulta ser melodrama trasnochado y su estilización amenaza convertirse en excesos de amaneramiento.
Aunque no sea para todos los gustos, la música que hace tiene la impronta de la originalidad y la inspiración, mucho más notable por su juventud. Mr. Dylan no es muy preciso sobre su lugar de nacimiento y sus antecedentes, pero tienen menos importancia los sitios donde ha estado que los sitios hacia donde va, y eso parece que es directamente hacia lo alto.

Robert SHELTON

(Del “New York Times” del viernes 23 de septiembre de 1961.)

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Idiot Wind. Fort Collins. 23-5-1976

Un tema monumental de Bob Dylan compuesto para el álbum Blood on the tracks (1974) y que interpretó de manera magistral en el concierto ofrecido el 23 de mayo de 1976 en el Hughes Stadium de Fort Collins, Colorado, durante la segunda etapa de la Rolling Thunder Revue y que la NBC Network filmó parcialmente para la TV con el título de Hard Rain, proyecto que además mereció la edición de un álbum oficial con el mismo nombre y que constituyó el segundo en directo de su carrera musical. He elegido esta versión por la magnífica conjunción musical de la banda, compuesta por músicos tan intereantes como Scarlet Rivera, Steven Soles, Mick Ronson, Bobby Neuwirth, Roger McGuinn, David Mansfiel, Rob Storner, entre otros, y un Bob Dylan inspirado, manejando a sus anchas una slide-guitar (aunque ser la primera guitarra en este concierto no fue lo más acertado) y con ganas de interpretar en unos de sus mejores momentos creativos como músico. No es, sin embargo, Idiot wind una canción con la que Dylan se haya prodigado a lo largo de su carrera. La interpretó en casi todos los conciertos de ese año de 1976, también se trataba de un tema fresco tras su grabación y que era bien recibido por el público. Después de ese año, el tema fue olvidado en un cajón y Dylan se adentró en otros derroteros. Aún así, siempre ha habido momentos en los que el juglar ha incorporado Idiot Wind a su cancionero en directo, como el grabado en el concierto en el Historia Orphew Theatre de Minnesota el 30 de agosto de 1992, una versión por cierto distanciada de cabo a rabo de la increíble por su fuerza escénica e interpretativa de la Rolling Thunder, pero bien acogida por el público de manera testimonial, al que Dylan concede un solo de armónica de algo más de un minuto al final de la canción que merece la pena reseñar. Hasta hoy sólo he escuchado un cover de este tema y es el interpretado por el cantante gironés Gerard Quintana, en dúo con Jordi Batiste (perteneciente al álbum Els Miralls), en una versión acústica (guitarra y violín) con la que captan el alma de esta canción, rotunda en la música y sin miramientos en la lírica.


...Para mí no existes, ni siquiera toco los libros que has leído
cuando me deslizo frente a tu puerta me gustaría ser otro
en la carretera, en las vías, de camino hacia el éxtasis
te seguí bajo las estrellas, asediado por tu recuerdo
y tu gloria imponente.

Me han traicionado por última vez y ahora soy libre al fin
me despedí de la bestia ululante en la linde que nos separaba
nunca sabrás cuánto he sufrido ni el dolor que he superado
ni yo lo sabré de tí, de tu santidad o de tu modo de amar
y no sabes cuánto me apena.

Viento idiota que sopla entre los botones de los abrigos
que sopla entre las cartas que escribimos
viento idiota que sopla sobre el polvo de los estantes
eres una idiota, niña mía,
me maravilla que nos podamos alimentar...

Vídeo de Idiot wind en Fort Collins, 1976

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Un poema y una canción en almoneda

Un poema escrito por Bob Dylan cuando era adolescente y un manuscrito incompleto de la canción With God on our Side, han sido dos de las piezas estelares de la venta en almoneda realizada esta semana por la casa Christie’s, de New York, en la subasta de cultura pop, donde también salieron a la venta al mejor postor otros artículos pertenecientes a cantantes y artistas de este género musical.

El poema titulado Little Buddy fue adjudicado por 12.500 dólares. Consta de dos páginas, escrito en tinta azul por el joven Bobby Zimmermann, como así firma su narración, para contar la historia de la muerte del perro de un niño. Dylan lo redactó durante el verano de 1957 mientras acampaba en el Herzl Camp, ubicado en Wiscosin. El texto, una versión revisada de una canción de Hank Snow, fue publicado en su día en el periódico local y estuvo durante cincuenta años en manos de la editora de la publicación del campamento, The Herzl Herald. Según un experto en cultura pop de Christie’s, el poema de Dylan constituía la pieza más rara de la subasta, “siempre buscamos algo fresco para el mercado y el poema lo es”, dijo.

En cuanto al manuscrito de la canción With God on our side, su precio final alcanzó los 25.000 dólares. Incompleto, el escrito incluye correciones a mano hechas por el autor con una mancha de café incluida. La canción fue incorporada al tercer álbum oficial de Dylan, The times they are a changing, y constituyó un himno contra la guerra, en concreto la que enfrentaba entonces a Estados Unidos con Vietnam. La cantante Joan Baez popularizaría esta canción, incluyéndola como parte esencial en sus conciertos de esa década. Una canción con un poder innegable.

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Spanish Harlem Incident. Nueva York, 31-10-1964


Todo apuntaba al leer el título de esta canción que Dylan nos narraría un nuevo episodio de protesta, en esta ocasión procedente del Harlem español (entre las calles 96 y 125 este del Alto Manhattan)l, más conocido como El Barrio y por el alto índice de criminalidad traducido en linchamientos raciales y combates urbanos. Poblado durante las décadas de los sesenta y setenta del pasado siglo por generaciones de puertorriqueños y centroamericanos, señalados como los nuyoricans, el lugar estaba asediado por la droga y la pobreza. Irónicamente, o a lo mejor quiso destacar del barrio algo que no fuese la rutinaria violencia, Bob Dylan nos sorprende con un tema breve (poco más de dos minutos), estructurado por tres estrofas y un ritmo endiabladamente pegadizo para contarnos que el incidente de marras no es sino el encandilamiento que siente por una gitana con la que previamente se ha cruzado por una de sus calles. Se trata de un tema divertido, con sus recovecos intimistas y lindezas poéticas del mejor letrista, suelto e imaginativo. La canción, compuesta en 1964 para el álbum Another side of Bob Dylan, es versionada de manera magistral en el concierto que Dylan ofrece el 31 de octubre de ese año en el Philarmonic Hall, de Nueva York, que durante años circularía en el mercado negro en la cinta pirata All Hallows’ eve & more, hasta que Columbia publica en 2004 el concierto íntegro, dentro de la serie Bootleg (volumen 6). Es una lástima, por otra parte, que Dylan no interpretara en directo esta canción con la frecuencia con la que lo haría con otros temas del álbum Another side…, tales como To Ramona y Ain’t me babe, ambas de mismo corte romántico. De ahí que no tenga constancia de nuevas versiones, aunque sí podemos registrar –aunque no haya cintas que lo confirmen- que durante los ensayos para la gira de finales de verano de 1990, Dylan y su banda probaron con Spanish Harlem Incident, para luego ni acordarse de ella sobre los escenarios de Canadá y Estados Unidos. No obstante, esta estupenda canción ha merecido el interés de grupos como la Yonder Mountain String Band, que la versionó al estilo country en Dallas el 2 de febrero de 2007, y la más reciente, aunque menos acertada que la anterior, ofrecida por Rumpke Mountain Boys el 7 de mayo de 2008 en Cincinati.

Niña gitana, las manos de Harlem
no te sujetan a su calor,
tu fiebre es indomable,
tus pies en llamas queman las calles.
No tengo hogar, ven y llévame
junto al redoble de tus tambores.
Dime, nena, qué ventura
muestran mis palmas inquietas

Niña gitana, me has engullido,
he caído en el abismo
de esos ojos como perlas fulminantes,
de esos dientes que chispean como diamantes.
La noche es negra azabache, ven por favor
y acomoda mi pálido rostro.
Dime, nena, si eres mi salvavidas,
estoy a punto de ahogarme

No sé qué va a ser de mí
desde que te ví en aquel sitio.
Bordeo el acantilado de tu embrujo felin,o
sé que estoy cerca pero no dónde estoy.
Me has liquidado, me has ultimado,
he reir mientras me tambaleo.
He de saberlo, nena, ¿me envolverás?
Así verás si realmente soy real.

Escucha aquí la vesión de Spanish Harlem Incident interpretada en el Town Hall de Nueva York la noche del 31 de octubre de 1964

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Tony Garnier, 20 años en la banda de Dylan

Tony Garnier, durante su actuación en Lisboa en 2008.

Tony Garnier se unió a la banda de Bob Dylan el 10 de junio de 1989. He tenido la suerte de poder verlo las tres veces que he asistido a conciertos del gran Bob, el primero de éstos el 15 de junio de ese año en Madrid. Garnier es un virtuoso del contrabajo (que toca en las canciones acústicas con banda) y su trabajo no pasa desapercibido, tanto en los conciertos como en las sesiones de estudio, imprimiendo a los temas esa impronta jazzística que define los últimos trabajos del juglar de Minnesota. Dylan ha renovado su banda en multitud de ocasiones, pero Garnier ha permanecido a su lado durante todo este tiempo, convirtiéndose en el director musical del grupo, al que le basta un leve movimiento de la mano de Dylan sobre el mástil de la guitarra para saber lo que quiere el maestro. Pues eso, sencillamente magistral.

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Leopard-skin pill-box hat, (Manchester) 17-5-1966

El famoso bonete de piel de leopardo ha servido para muchos usos, y sigue siendo de buena calidad, como lo demostró Dylan durante la pasada gira europea abriendo con sus sones e irónica lírica el concierto de Londres el 26 de abril, de buen corte interpretativo. Dylan grabó esta canción en marzo de 1966 y fue incluida en el doble Blonde on Blonde, barnizando con su riff rockero el brillo esplendoroso del álbum. La canción nació con la maleabilidad para ser versionada al directo, y en ello se ha empleado Dylan, de ahí que podamos escucharla en diferentes etapas de su carrera musical. De todas ellas me sigo quedando con la magnífica versión que ejecutó con The Band (entonces The Hawks) la noche del 17 de mayo de 1966 en el Free Trade Hall de Manchester (Inglaterra), dentro del tour británico de aquél emblemático año. Es una versión que podemos escuchar en el disco oficial Live at the Royal Albert Hall, que para respetar las cintas piratas que de esta actuación circularon durante años se incluyó equivocada y conscientemente el set eléctrico de Manchester como si hubiera sido el de Londres. Sin embargo, prefiero escuchar esta versión en la cinta pirata Guitar Kissing & The Contemporary Fix, de excelente calidad y donde se pueden apreciar algunos comentarios de Dylan al acabar el tema. Así pues, después de Manchester y el largo periodo de silencio en directo, Dylan rescataría Leopard skin... durante la gira con The Band en 1974 y con la Rolling Thunder Revue dos años después, de la que es significativa la versión en el concierto (evening) de Clearwater el 22 de abril. Se sucedieron después otras versiones interesantes, como las de la gira de 1984 (que Dylan interpretó en Madrid el 26 de junio), siendo destacables las de París (1 de julio) y Slane el 8 de julio (cantada a dúo con Bono, el líder de U2) y en todas ellas, por supuesto, con el inconfundible sonido de la guitarra de Carlos Santana. Además de un imprescindible tema para el directo, Leopard skin... también lo ha sido para ser versionado por otros artistas, a la sazón destacaría las realizadas al blues por Hat Beck, o Zen Trickster y BB King en Nueva York el 24 de mayo de 2003, las interesantes de Jimmy Lafare o Frewings (Derek Truck y Jimmy Herring), estos últimos en su actuación del 14 de diciembre de 1997 en el Paradise Rock de Boston, siendo fantástica la que John Mellecamp borda en el 30th Anniversary Concert Celebration en homenaje al maestro Dylan.

Edie Sedgewick.- La letra de Leopard-skin pill-box hat fue, en su tiempo, objeto de estudio con la pueril intención de conocer a quién estaba dedicada, como sucediera con otras canciones del Blonde on Blonde (Just like a woman o Sad eyed lady of the lowlands, por poner un ejemplo), todo ello con el trasfondo morboso del matrimonio Dylan y Sara, que ambos mantenían en secreto, tanto como lo fue su boda. En el caso de marras se señaló la imagen bella y errática de la modelo Edie Sedgewick, quien tras pasar traumáticamente por la Factory de Warhol, el abuso de fármacos, el uso de un bonete de piel de leopardo, la convivencia en el Hotel Chelsea, donde vivía Dylan y otros artistas, la amistad que mantenía con el juglar, fueron motivos para pensar que había sido la musa inspiradora de Dylan para este tema, algo que el autor jamás ha afirmado ni desmentido. En cualquier caso, el ambiente artístico del Nueva York de mediados de los sesenta formaba como un souflé donde todos los que tenían algo que mostrar parecían estar en conexión.

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Gates of eden. Oakland (California), 4-12-1988.

Gates of Eden es de esas canciones que marca cuando uno la escucha por primera vez, la profundidad de su melodía y el fraseo misterioso y a la vez contumaz con el que la voz de Dylan discurre por los versos incita a conocer qué historia nos está comunicando, de ahí que cuando uno lee la letra descubre la belleza de la poesía que emana de la sensibilidad de este juglar. Resulta maravilloso escuchar la versión que interpretó el 4 de diciembre de 1988 (veintitres años después de haber sido compuesta para el álbum Bringing it all back home) en el Oakland Coliseum para el concierto benéfico The Bridge School, una iniciativa altruista de Neil Young y su mujer, Pegi, para ayudar a niños con grandes discapacidades físicas y complejas necesidades de comunicación. Ya había concluido Dylan su actuación cuando regresó al escenario acompañado por el guitarrista (y miembro de su banda en la gira de aquel año) G. E. Smith, para dejarnos esta joya irrepetible. Bien es cierto que Gates of Eden ha dado juego en múltiples giras a lo largo de cinco décadas, de las cuales hay versiones que destacan para comprobar la intemporalidad de esta música y poesía. Así, recientemente editada esta canción en 1965, Dylan la incluyó en el libreto de sus innumerables giras de aquel año, fructífero en inspiración y fuerza compositora, siendo la versión interpretada el 7 de mayo en el Free Trade Hall de Manchester, Inglaterra, la más destacable de entonces, una genialidad que repetiría en 1974 tras el largo paréntesis en directo (a excepción de la Isla de Wight (1969), el concierto por Bangla Desh (1971) y alguna que otra actuación espontánea), dejando en Boston, el 14 de enero, una Gates of Eden acústica de bella factura. Ya con banda bordaría la canción en Estocolmo el 18 de mayo de 2000. La canción es del más puro estilo dylaniano, inconfundible, trae recuerdos de viejas épocas, de otros vientos y otros ámbitos. Magistral. Es también inimitable, aunque rulan por los escenarios dos versiones interesantes, como las de Robyn Hitchcok (Hookeen 26-3-2005) y la más famosa, la de Gene Clark, interpretada en Londres el 4 de abril de 1985. También el grupo de jazz Moore trio hizo de este tema una versión instrumental en Antwerpen el 4 de diciembre de 2005.

Vídeo de la actuación de Dylan en Oakland.


Las puertas del edén.

Con guerra y paz se tuerce la verdad
su gaviota de queda planea
sobre bosques de nubes cuadrúpedas
el ángel vaquero cabalga
con una vela encendida al sol
aunque su brillo es cera negra
pero no bajo los árboles del edén.

La farola se yergue con brazos cruzados
sus garras de hierro sujetas
a bordillos bajo gujeros donde lloriquean bebés
aunque ensombrece el emblema metálico
al cabo, sólo se puede caer/con estrépito absurdo
/jamás llega un sonido desde las puertas del edén.

El soldado cruel hunde su cabeza en la arena
y luego se queja
al calzador descalzo que se quedó sordo
pero aún permanece
en la playa donde aúllan sabuesos
a barcos de velas tatuadas que navegan
rumbo a las puertas del edén.

Con una aguja de brújula oxidada
Aladino junto a su lámpara
monta a mujeriegas en el becerro de oro
con ermitaños utópicos
antes sus promesas de paraíso
no oirás risa alguna
salvo entre las puertas del edén.


Relaciones de propiedad
susurran bajo cuerda
a los condenados a obrar en consecuencia
y esperan a los reyes sucesores
y yo intento armonizar con canciones
que canta el gorrión solitario
no hay reyes tras las puertas del edén.

La negra virgen motorista
reina gitana sobre dos ruedas
y su fantasma tachonado de plata
hacen aullar al enano de franela gris
mientras llora a las siniestras rapaces
que picotean sus miserables pecados
y no hay pecados tras las puertas del edén.

Los reinos de la experiencia
se pudren en el preciado viento
mientras los menesterosos intercambian bienes
deseando cada uno lo que el otro obtiene
y la princesa y el príncipe
discuten qué es real o no lo es
eso da igual tras las puertas del edén.

El sol forastero mira de reojo
una cama que nunca es mía
mientras amigos y otros extraños
intentan renunciar a sus destinos
dejando a los hombres plenamente libres
para hacer lo que les plazca salvo morir
y no hay juicios tras las puertas del edén.

Al amanecer viene mi amante
y me cuenta sus sueños
sin querer enterrar lo atisbado
en la fosa de los significados
en ocasiones pienso que no hay palabras
salvo éstas para decir la verdad
y no hay verdades fuera del edén.

(La traducción de la letra al español ha sido recabada del libro "Letras 1962-2001"; la fotografía, de Kramer, pertenece a las sesiones de grabación del álbum Bringing it all back home).

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