Bob Dylan arranca su gira europea con unos mediocres conciertos en Cork, Londres y Tel Aviv





Debe ser que a Bob Dylan se le han ido las musas de veraneo, o es que anda tan cascado como para ofrecer en su gira por Europa unos mediocres conciertos, como los que dejan entrever las cintas de sus actuaciones en Cork (día 16, inicio del tour), Londres (18) y Tel Aviv (20), que evidencian un estado de incertidumbre interpretativa, la cual viene arrastrando desde el año pasado, acentuada en la gira de esta primavera por Asia y Australia. Con unos discutidos arreglos y un fraseo a leguas de su estilo, además de su tacañería improvisadora, cubre el expediente por su impronta de maestro, su icono legendario y por una excelente banda que suple las graves carencias interpretativas de este magnífico juglar que se empeña en destrozar su más reputado cancionero. Y para empeorar lo evidente, Dylan repite las mismas canciones y secuencia en los conciertos de Londres y Tel Aviv, algo que cualquier dylanita jamás se hubiera creído y que Dylan nunca habría puesto en escena. Pero el adverbio nunca no existe para este divo, convertido sobre el escenario en un icono que pasea su leyenda para gozo y regozo de sus seguidores, siempre dispuestos a no ver más que excelencias en su estrella, no siempre rutilante. El cuarto concierto (Milán), del que aùn no dispongo de la cinta, aunque sí del listado de canciones, rompe con parte de todo lo anterior. He escuchado algunos temas en youtube como Can't wait y Visions of Johanna, que parecen cambiar la tendencia, aunque a priori no crean que demasiado.

Cork fue testigo de la primera sorpresa de Dylan en este tour, que con buena intención interpretó I dreamed I saw St. Agustine, olvidada en el libreto desde 2005, tuvo sus momentos interesantes en los acordes de Ballad of Hollis Brown y en Trying to get to heaven, repitiendo aciertos con The levee's gonna break, cuyos arreglos habían tenido buena acogida durante la gira asiática. Pero poco más que señalar a ese rodillo al que nos tiene acostumbrados desde el principio del espectáculo al cuarteto de los temas finales. En Londres nos recordó, aunque no hacía falta, lo grande que es el tema Simple twist of fate, y me gustó Cold iron bound, con lo difícil que es la interpretación de esta canción..., pero la alegría de Forgetful Heart, que yo la había destacado como inolvidable en el concierto de Taipei, se apagaba a medida que se desarrollaba la melodía. Salvó la papeleta en el Finsbury Park la incendiaria Highway 61, que sigue estando a la altura de los mejores directos. Y dos días después, repetición de la jugada en Tel Aviv, se había depositado demasiado interés en este concierto, siempre sucede igual cuando Dylan regresa a la cuna del judaísmo, pero saltaba a la vista que, después de dieciocho años de su última visita (también un tanto desafortunada) el juglar no estaba para saludos, diálogos, rezos, sonrisas y otras buenas intenciones: llegó, amagó y voló a su bus-room. Menos mal que en Londres y Tel Aviv Dylan recuperó Blowin' in the wind, y con un bello acompañamiento de violín de Donnie Herron, el juglar puso todo lo que pudo de sí, que a estas alturas parece que es suficiente, hasta que se echó el telón.

Otras opiniones:
Diego A. Manrique escribe en El País sobre el concierto de Dylan en Israel con el título El próximo año en Jerusalén.

1 comentarios:

V 29 de junio de 2011, 23:34  

Hola, solo comentarte que comparto a medias tu opinión. Los conciertos de Bob a mi parecer no se miden por la variedad del set list, ni ahora, ni por ejemplo en el 78, 79, 80… sino por la intensidad y emoción que le eche Dylan cada noche a sus interpretaciones. Efectivamente Londres y Tel Aviv no parecen actuaciones excepcionales y si algo lineales en su conjunto, pero dale una oportunidad a cualquiera de los conciertos siguientes hasta hoy mismo. Mainz, Hamburgo, Odense, Bergen… Escucha si puedes el Can´t Wait de Milán el dia 22. Sencillamente te pone los pelos de punta y eso… hace años que no se daba. Por otra parte saludos, sonrisas, etc... ¿Desde cuando Dylan es Springsteen? ¿Quien lo espera más allá del ínclito Manrique?
Un abrazo y gracias por tus artículos.

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